La suspensión de la incredulidad en la Magia
La suspensión de la incredulidad es un termino» filosófico» creado para describir el efecto generado por una buena historia, siendo propio de la literatura, cine, teatro, ilusionismo y otras ramas del arte.
Este concepto explica nuestra habilidad de inhabilitar la» lógica» de nuestras creencias y conocimientos racionales en el justo espacio de tiempo en que la expresión» artística» está siendo gestada. Lo hacemos para recibir como real la» fantasía.
Como un contracto que aceptamos entre nosotros y el cuento, entra en vigor cuando nos sentamos en la butaca del teatro o abrimos una novela, nuestra» percepción» de la realidad es desafiada. Esto es la esencia del asombro, que nos conecta con nuestra niñez, esa etapa en la cual había menos conceptos y menos juicio, donde recibíamos todo con encanto y» fantasía.
El ser humano tiene el mal habito de» categorizar todo, etiquetar todos los sentimientos y pensamientos que se le cruzan, esta curiosa capacidad en nuestro afán de entender todo o tener todo bajo control, acaba por opacar el encanto y la» fantasía. Por eso creo en la magia, que corta de» raíz» con todo» raciocinio» y da unos segundos de vida a nuestras ilusiones.
La suspensión de la incredulidad en la magia
La magia es ilusionar y la suspensión de la incredulidad es el permiso de la audiencia para que funcione, haciendo parecer que algo sea real cuando sabemos que no lo es.
A diferencia con otras ramas del arte, como la literatura, la suspensión de la incredulidad en la magia funciona con otra mecánica. En la literatura por ejemplo, cuando sabemos que estamos ante un relato fantástico, optamos voluntariamente por adentrarnos en los vericuetos de la imaginación y sumergirnos en la verosimilitud de lo más» fantástico.
En cambio la mecánica de la magia es diferente, la suspensión de la incredulidad invade» involuntariamente» nuestros sentidos cuando ellos son totalmente engañados, lo que hace que un truco de magia bien ejecutado sea una experiencia» única» e intensamente vivida.
No es necesario aceptar que el hombre con una varita hace milagros para poder apreciar el show, si estás ante un buen mago, la magia vendrá sola y la suspensión de la incredulidad también, sin importar cuan racional seas, tu atención inevitablemente será arrastrada por los todos rincones que el ilusionista pretenda.
La magia, más allá de los gustos de cada uno, tiene la hermosa cualidad de cautivar nuestra atención casi más que cualquier disciplina. Nos abstrae y nos hace olvidar del mundo en el que vivimos por unos segundos. Que es gran cosa hoy en día.
Nuestra percepción de la realidad está directamente relacionada con el foco de nuestra atención. Solo a lo que prestamos atención parece ser real para nosotros, por otro lado, lo que solemos ignorar -sin tener en cuenta su importancia- parece caer en la insignificancia.
El filosofo norteamericano» » parece haberlo resumido en una sola frase hace más de un siglo:
«Por el momento, a lo que atendemos es la realidad»
La magia justamente se alimenta de nuestra atención para que tome vida, el mago necesita de cierta atención pero no de toda, por eso va manejando los hilos de la misdirection para que en el final concluyamos que hemos visto un milagro.
Se ha dicho que la suspensión de la incredulidad en la magia es involuntaria por que sobrepasa nuestros sentidos, mismo así, ante un truco de magia siempre está el que mira con ojos» escépticos» e intenta descubrir en 5 minutos lo que un mago lleva una vida estudiando. Es mucho más divertido y más nutritivo para nuestra alma creer en los pequeños milagros y soltarse al mundo de la» fantasía» por unos minutos, toda un oasis en tiempos donde todo es tensión.
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