Los 5 mejores Magos de la historia – Tony Slydini

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Continuamos nuestro pequeño homenaje al grupo que podemos llamar “Los 5 mejores Magos de la Historia», no suena mal, ¿verdad?

Nuestro siguiente homenajeado es y podemos considerarle como un gran referente en la magia de cerca.
Quintino Marucci, Slydini, nació en Foggia, en Italia.

Tuvo la suerte que su padre era aficionado a la magia y desde muy pequeño pudo ver como su padre hacia desaparecer pequeñas cosas entre sus manos. Slydini empezó a copiar lo que su padre hacía y pasó gran parte de su infancia intentando esconder objetos en sus manos.

Con el paso del tiempo tuvo que emigrar a Argentina, y se fue a vivir con un tío suyo. Fue ahí donde comenzó su andadura mágica como ilusionista, pero un ilusionista peculiar, un ilusionista que no actuaba en un gran escenario sino cerca del público para que pudiesen vivir la magia justo debajo de sus narices.

En 1930 decidió emprender un nuevo viaje para triunfar como mago, cogió sus maletas y se puso rumbo a EE.UU. Allí bajo el pseudónimo de Tony Foolen comenzó a mostrar a los demás lo que sabía hacer, pero entre la crisis que existía en los EE.UU y su poco conocimiento del idioma se le pusieron las cosas un poco cuesta arriba.

Una vez que empezó a triunfar decidió cambiar su nombre artístico al de Slydini. Su éxito lo tuvo que compartir con un trágico acontecimiento histórico, la 2″ª Guerra Mundial. En este período Slydini se dedicó a actuar en un hospital para distraer a los heridos de guerra y aquí es donde se produce una de las anécdotas que más cuenta Slydini.

Esta anécdota no es otra que estando Slydini en este hospital oyó gritos de un soldado moribundo que sólo deseaba morirse, Slydini se acercó a él y se dispuso a hacerle su famoso juego que paso a la historia como “los pañuelos de Slydini». Slydini ató fuertemente los pañuelos y le dijo al soldado que los guardase en su mano y que pidiese un deseo y que si los pañuelos se desataban el deseo se haría realidad…Y así ocurrió, los pañuelos se desataron y aquel pobre soldado recupero la ilusión y las ganas de vivir.

Siempre se dedicó a hacer magia con objetos cotidianos (pañuelos, bolas de papel, cigarros, imperdibles, monedas, terrones de azúcar, palillos, …) y siempre a muy corta distancia.

Slydini se coronó como el mejor ilusionista de close up del mundo y no sólo por su gran manipulación si no también por todas sus nuevas ideas sobre la manipulación, la gesticulación, sobre los puntos de interés de relajación y de tensión, muchos aspectos sobre la psicología del espectador.

Llegó a convertirse en un experto de la distracción y siempre le dió mucha importancia a que el mago debe creerse realmente lo que hace porque así logrará que el público también se lo crea, por eso el mismo daba mucha importancia a la gestualidad, a la mímica, al tono de voz, etc…
En 1991 nos dejó, pero siempre le recordaremos gracias a todos sus aportes.


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