Ser Mago III (segunda parte)

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(Nota: Este tercer ensayo acerca de “Ser Mago» es bastante largo y tiene una densidad de ideas importante, por lo tanto lo he dividido para invitar a una reflexión más amplia y enfocada en los diferentes puntos que se tocan a lo largo del mismo. Y también lo he dividido porque me encanta disfrutarlo de a poco, como un libro que uno no quiere que se termine nunca”¦La Primer parte la pueden )

No puedo estar en todo. Pero puedo hacer algunos comentarios que quizás ayuden.

Por ejemplo: es muy buena inversión utilizar música popular. Por popular no me refiero a Ricky Martin y a Gloria Estefan exclusivamente. Me refiero a música que se venda (mucho) y desde hace mucho tiempo.

No por nada David Copperfield usa música de U2, Phill Collins, Rod Stewart y Sting.Sabe que al 99% de la gente no le disgusta escucharla. No es necesario ser tan obvio en las elecciones (y ni hablar de que no es necesario ni prudente ni sensato usar los mismos temas que usa él) pero tomando como referencia al mago n»° 1 del mundo, yo diría que la música melódica, el pop, el rock liviano, ciertas cosas de música clásica, algo de música de New Age, y la música instrumental melódica y algo de alguna banda de sonido de película, serían los lugares donde empezar con la búsqueda.

No hace falta que al público le encante la música que elegimos, sólo que no le produzca rechazo escucharla. A nadie le molesta escuchar las Cuatro Estaciones de Vivaldi, ni la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart, y tampoco un tema tranquilo de Eric Clapton o de Sarah Brightman.

Sé que es muy general el análisis, pero para especificar debería conocer al mago, el show que hace o que quiere hacer, la ropa que usa y la personalidad y el estilo que tiene, de dónde viene y hacia dónde va.

Sólo quiero hacer hincapié en la pérdida de tiempo y la mala inversión que representan no tener en cuenta los gustos de la gente cuando armamos el show, o meter y sacar cosas sin ton ni son.

Los condimentos deben ser utilizados con muchísimo cuidado porque en exceso transforman el gusto de la comida, si no lo hacen desaparecer por completo. Los condimentos son para acompañar el sabor del ingrediente principal.

Son un detalle, un toque especial.

Y la decoración del plato es muy importante, siempre y cuando no aplaque el aspecto (y ni hablar del gusto) de la comida. La decoración debe realzar el aspecto visual de la comida, y sobre todo debe tener que ver con lo que el plato es en sí mismo. Lo mismo sucede con los trucos de magia. Un show de magia no es un recital de música (para los que ya están diciendo en voz alta que me volví disc jockey).

No entiendo a los cocineros “famosos» que parece que lo único que saben hacer es “dibujar» el plato, dejando la comida en el lugar de la excusa para la decoración. No siento el gusto de la carne o del pollo que quería comer de tan “elaborado» que está el plato. Lo mismo sucede con el show de magia.

La música incluso puede servir de inspiración y luego no formar parte del show. De todas formas, la gente va a recibir una cadencia particular, porque la música se mete en el efecto y en el mago, y de alguna forma se transmite al público.

Variando la música, cambiando los ritmos (sin abusar de los cambios ni de la cantidad total de música que usamos en el show) podemos lograr enriquecer y embellecer el show, y agregarle a la magia un vuelo distinto y más artístico que el que tiene por sí misma.

Entiendo a los que dicen que la magia por sí sola debería ser todo lo que el show necesita, sin música y sin nada más que la magia. Simplemente no estoy de acuerdo para nada (y hasta me atrevería a decir que quien piensa así, sin un verdadero motivo que justifique semejante negación, tiene la apertura mental del tamaño de una semilla de uva).

Soy de la idea y del sentimiento que defienden la magia como arte y como entretenimiento, pero que también conoce las limitaciones que tiene. Y también conozco lo bien que le hacen a la magia algunos “condimentos» como la música, las luces, las bailarinas, la escenografía, las historias, un buen director, un coreógrafo, un excelente vestuario, un sonido de gran calidad y un poco de humo (neblina) para ayudar a crear el clima del show, por citar algunos ejemplos.

Por supuesto que estos condimentos deben ser administrados con extremo cuidado, quitados algunos y agregados otros, siempre para realzar la magia, lo que es tan difícil de lograr.

Lo que más trabajo me ha dado en cada espectáculo que produje fue armonizar los ingredientes para que la magia siempre sea la estrella. Y entre nosotros, casi en el 100% de las veces, el director quiere que se note su dirección, la bailarina quiere que se la vea bailar, el iluminador quiere que se noten las luces y el sonidista el sonido; y todos ellos, aún con la mejor voluntad, tardan bastante tiempo en entender que si la magia no se nota y sí se nota todo lo demás, el show es un fracaso.

Como digo cada vez: No por nada los que triunfan son tan pocos.
Y también: vale de lejos la pena.
Con un desarrollo claro y conceptos concisos y concretos
¿Qué sale cuando se mezclan unos efectos mágicos asombrosos, buena música, hermosas mujeres, iluminación robotizada y un vestuario bien moderno?

UN CAMBALACHE.

Eso sale.

¿Adónde quiero llegar? (Aparte de a Las Vegas) (Era una broma).

¿Qué es lo que le quiero decir a la gente? ¿Por qué estoy ahí así vestido? ¿Quién soy yo, y qué tengo para compartir que otros no tienen porque soy único (como cada uno)?

¿Qué hay de nuevo, viejo? (Otra broma, pero no muy pretenciosa).

No es que ahora me retracto y digo que las luces, las mujeres y la música no sirven para nada.

Digo solamente que no sirven para nada si no están en el show por algo y para algo. Debe haber un motivo para todo, incluso para la magia que hago o para que haga magia. Puede haberlo para cada truco diferente, o para todo el show en conjunto. Debe haber una explicación, que no necesariamente voy a compartir con la gente, pero que la gente sin dudas va a recibir (a percibir) y a agradecer.

No existe un mago que no tiene un concepto claro de su vida y de su trabajo. No hay magia si lo que brindo al público es una ensalada de trucos que no tienen nada que ver entre sí, o que sí tienen que ver entre sí pero no tienen nada más que ver con nada.
El show (y antes el mago) tiene que servir para algo más que para entretener un rato, tiene que ser contundente, y para serlo no alcanza con un par de buenos efectos y un maestro de magia que se murió y que ayuda al mago con sus proezas.

La gente no es tan estúpida como algunos magos piensan. Y encima es la que tiene la plata y decide qué hacer con ella. Y si se equivoca una vez, no repite el error y además les advierte a los otros sobre el error que no deben cometer.

Los magos (EMO) deben aprender a respetarse a sí mismos, al público y a la magia, antes de reclamar que se les haga un lugar de privilegio en el mundo del espectáculo de nuestro país, o de cualquier otro.
Y conceptualmente nos falta mucho camino por recorrer, porque por ahora lo que veo es que la mayoría cree que metiendo unos gags divertidos (y la mayoría copiados), unos efectos bomba y una asistente atractiva, ya tienen un flor de show para vender, y quizás suficiente conocimiento para enseñar.

(Esta es la segunda parte de este tercer ensayo acerca de Ser Mago, lean la primera parte de Nuevamente agradecemos a Jansenson por permitirnos publicar tan interesante material y a Nano habernoslo enviado)

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