La lógica contra la razón.

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Nano, un colaborador infaltable del blog (ganó el primer premio que entregamos a nuestros lectores-colaboradores) nos manda estos pensamientos acerca de la forma de presentar ciertos efectos de magia.

La lógica contra la razón.

Existe un efecto psicológico en los espectadores que va en contra de la razón . Un trilero es aquel jugador tramposo que dirige la partida del trile. Normalmente existe una serie de pautas para que el trilero pueda engañar a su víctima:
Utilizan un gancho o compinche que actúa y apuesta ganando a veces para que los espectadores crean que es relativamente fácil ganar el dinero apostado.

Existen diferentes versiones de este tipo de juego: con cartas, con cubiletes, con migas de pan entre las manos, con lo que se les ocurra. El espectador interactúa en un principio usando su lógica pero al ver que esta no funciona termina intentando usar el azar, aun cuando las decisiones vayan en contra de su propia lógica y observación.

Los magos tenemos variado repertorio de efectos similares al trile pero no solemos lucrar con ellos, solo lo hacemos para divertir, entretener, y mostrar un poco de magia y así hacer viajar la mente del espectador aunque sea por segundos. Sucede que muchas veces esos intentos de entretener no terminan siendo tales en el espectador, llegando en muchos casos a odiar al mago por el mal rato que les ha hecho pasar frente a sus amigotes. No todos se lo toman de la misma manera, hay espectadores que les gusta colaborar con el mago y se divierten aun cuando no logran acertar ninguna de sus decisiones, pero otro tanto se siente estafado y hasta burlado por el trileo presentado.

Hace un año o más, tuve unos altercados con un par de espectadores a los cuales tuve que hacer entrar en razón que no había dinero de por medio, que era solo para divertirlos, y esto mientras otros me lo quitaban de encima. El público era muy especial y se conocían mucho entre ellos y cuando uno erraba, los otros se descostillaban de risa para enfadarlo, pero el enfado fue contra mi.

Decidí ver por que pasaba eso, analicé las situaciones y me dispuse a hacer una mini encuesta individual a 20 personas de las cuales 10 sabían de mis habilidades de prestidigitador (amateur jejeeee). La encuesta era algo curiosa para ellos, consistía en verme poniendo una moneda en mi mano MUY CLARAMENTE, cerraba mi mano, hacía unos pases mágicos y les preguntaba que había en mi mano. De los 10 que me conocían como mago, solo uno de ellos dijo “una moneda», el resto respondió en su gran mayoría que no había nada y alguno que otro dijo un billete, dedos, y cualquier otra cosa. Luego de esto les pedí que me dijeran la pura verdad, y que me contaran o mas bien confesaran, que pasaba por sus mentes al momento de la pregunta, todos decían lo mismo:

“”¦y”¦tenía que estar la moneda allí, era imposible que no estuviera, yo la estaba viendo, pero sabiendo de tu magia dije cualquier cosa que se me ocurría”¦»

y lo que primero se les ocurre era NADA. Era una forma de evitar ser engañados ante un desafío que les proponía un usual “engañador». Los diez restantes que no sabían que hacía magia dijeron lo que veían, o mas bien, lo que habían visto por última vez en la mano, simplemente “una moneda». Eso me llevó a entender las reacciones de la gente ante este tipo de desafíos y cambió rotundamente mi manera de trilear.

Básicamente uno deja el seis de corazón en la mesa, cara abajo, y pregunta que carta es?, esperando que digan seis de corazón. Si la pregunta es grupal y el grupo responde a coro, nadie se hace cargo de la responsabilidad de acertar o errar y por ende todos responden con lógica y a coro “seis de corazón”¦» pero si la pregunta va dirigida a un o un par de espectadores específicamente, créanme que es muy posible recibir cualquier tipo de respuesta y esto puede afectar el ritmo del juego. Estas posibilidades aumentan precipitosamente a medida que los vamos acostumbrando a ver milagros.

Ante un trileo esto se potencia muchísimo, el trileo es un ataque directo, el espectador puede (o no a veces, según carácter, confianza, momento) sentirse estafado, y ante la próxima pregunta de donde está la bola? o que carta es esta? Es muy probable que a pesar de lo que su lógica le dicte, él responderá cualquier otra cosa, Sabe que no va a acertar, sabe que de eso se trata el juego, pero podrá demostrar que no estaba tan equivocado y que no era lo que todo el mundo creía (incluso él!). Es una defensa instantánea, si no lo hace puede que colabore contigo o puede que disimule el momento con una DURA sonrisa haciéndote creer que le ha agradado, sí, el juego quizás le agradó, pero muchas veces no les agrada el momento.

Yo particularmente prefiero evitarles el mal trago, quizás no lo hubieran sufrido, pero prefiero prevenirlo. Cuando hago un trileo, pongo mi historia, pongo un cuento que me sucedió a mi (muchas veces invento, improviso). Esto hace que el público disfrute mas relajadamente del juego, no los pongo a responder sino que les cuento lo que YO respondí a ese trilero. Si puso una moneda en su mano y me preguntó “que hay en mi mano» y yo respondí “una moneda!», es la respuesta que todos imaginan, que todos razonaron y quieren oír, pero que pocos se animarían a responder por temor a quedar como un tonto engañado.

De esa manera obtengo cierto consentimiento del público, los hago pasar como grupo según el ejemplo que antes les di, en el que nadie es responsable directo de cometer un error sino que todos son cómplices de una respuesta sincera, y es la respuesta que yo necesitaba. No voy a negarme a interactuar con el espectador, siempre aparece alguna pregunta que otra para hacerle, pero siempre y cuando no sea mas de una y sabiendo mas aun que no acertará.
Intento desafiar la lógica del espectador, y no me enfrento al espectador con su lógica.

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