Sacando esperanza de un sombrero

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Magia como metáfora

La pareja también ajusta sus actos a la cultura local. En Burma, luego del Tsunami del 2004, Verner aprendió a no colocar la palma de su mano sobre la cabeza de un niño (se considera rudo). En Bangladesh, Fredericks cambió su falda por un pantalón como el que usaba Chaplin para no ofender a los musulmanes que esperan que las mujeres se cubran ante el público. Los dos tratan de aprender un par de palabras en el lenguaje del país al que visitan, pero dejan su comunicación oficial a traductores locales.

Aunque muchos de los trucos son visuales, Verner usualmente termina su show con el intérprete leyendo un largo papel. «Imaginen que esta es su vida», dirá el mago. «Es toda una vida, una buena vida. Y cuando la guerra viene, también lo hace la hambruna.»
Toma el papel con ambas manos. «Y pierden sus amigos.» Arranca un pedazo del papel. «Pierdes el trabajo.» Arranca otro pedazo. «Pierdes tu familia, tu casa y finalmente pierdes tu tierra y tienen que trasladarte a otro país como refugiado. Entonces pasas años y años y años viviendo en un campo de refugiados.» A esta altura el papel de 2 pies de largo ya es historia.
«Pero con esperanza, imaginación y coraje tu vida puede volver a armarse porque tu sufrimiento es como el pan, y si comes el pan de tu sufrimiento…» Entonces él come el papel cortado pedazo por pedazo. «Entonces te harás mas fuerte. Y cuando tu vida vuelva a armarse, no sólo estarás a salvo y en casa de nuevo, sino que será incluso más hermoso, como esto».
Dicho esto, Verner saca de su boca una cinta de 45 pies de largo de colores como el arcoiris. Entonces la verdadera transformación comienza.

«Esto es hermoso» contó una mujer somalí exiliada hace 15 años a un reportero de Naciones Unidas. «Significa que nuestra vida diezmada podrá enmendarse algún día. Significa que volver a casa no es una imposibilidad total.»

Verner espera que otros puedan ver la magia como metáfora. «La magia», dice él, «es realmente sobre perder y encontrar, lo que se destruye se reconstruye».

Show ante el Papa

Verner y Fredericks viajan durante el otoño, invierno y primavera antes que el monzón azote el mundo. Los dos luego pasan el verano en Vermont, donde tienen jardines de flores y vegetales y ganan un poco de dinero trabajando en hoteles y festivales.

«Es una época para ganar dinero mientras brille el sol» dice Verner.

Los dos son voluntarios de Magos Sin Fronteras y juntan dinero para sus propios pasajes de avión. Para hacerlo, aceptan invitaciones para hablarle a la comunidad y grupos de iglesia, donde mezclan magia con diapositivas e historias de los refugiados del mundo.

¿Recuerdan a la mujer que fue a ver a Verner para hacer el truco del cambio? Luego, dos hombres se le acercaron con sus propuestas: Visas para América por favor.
El recuerda: «Yo reí, pero ellos hablaban en serio». Varios casos como ese luego se sucedieron. ¿Puedes parar la injusticia?, ¿puedes curar enfermedades?
«Hay historias que rompen el corazón» dice Fredericks.

Los dos de Vermont podrían verse fácilmente abrumados por pensamientos sobre lo que no pueden hacer, pero en cambio, se enfocan en lo que pueden hacer.
«La gente se muestra tan conmovida porque dos norteamericanos vienen de una tierra tan rica para dar shows gratis a los refugiados,» dice Fredericks. «Es mucho más que entretenimiento. Lo llamamos diplomacia ciudadana. Sólo las sonrisas en las caras de los niños logran una real conexión de corazones. Y que puedes cuantificar.»

Verner y Fredericks planean actuar en el Salvador este otoño y luego quizá volar a China para entretener niñas huérfanas por la política de un sólo niño por familia. Ambos tienen el acto armado aunque nunca se sabe qué surja en el escenario.

Tomen como ejemplo el pedido que recibieron hace dos años para conocer al Papa Juan Pablo II en el Vaticano. El sumo pontífice, frágil por el Parkinson pero fanático del circo desde niño, los invitó a un congreso internacional para el cuidado pastoral de circos y artistas nómades. El Papa vistió su túnica blanca. Verner un traje negro y Fredericks un disfraz de payaso rojo. «Cuando llegó, Janet lo llenó de burbujas» recordó Verner.

Su sonrisa dijo todo lo que él no podía decir.

Fuente: , 30 de Julio, 2006

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