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¡Cacao pal mono! – 5 “Elogio y refutación de la sutileza”

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Todavía recuerdo bien esta derrota, la convicción instantánea, repentina, de que tonto era yo.
Sucedía en cualquier momento, pero más frecuentemente en las reuniones de magos, a la hora en que los rostros parecen artificiosamente envejecidos por la intensidad de las reflexiones.

¡Cuántas charlas contadas con ardor sobre los incontables aciertos de un juego o pase, generalmente de cartas y siempre sutilísimo!. Tan sutil, tan sutil que yo no acertaba a entender un carajo, más allá de la primera exposición de los naipes.

Todavía recuerdo esta derrota, que también era física: ¡Calor por dentro y frío por fuera! El equívoco clima de la impostura, y me recuerdo forzándome a intervenir a destiempo para que nadie pudiera sospechar la verdad. ¡Que yo era tonto, incapaz de descifrar el código de la sutileza!.

Hasta que un buen día, me sorprendí pensando que se decían muchas tonterias. Poco después, me di cuenta de que podía anticiparme sistemáticamente a su discurso, y entonces con una sorprendente naturalidad, cambié de bando.

Por eso, cuando sospecho que alguien no está interesado en “contarme» algo, dejo automáticamente de prestarle atención.

Sin embargo, últimamente he empezado a detectar un cambio, tan sutilísimo como aquellos juegos. No es que haya vuelto a encontrar razones para sospechar que soy tonto, es más bien que me resisto actualizar aquella nómina de personajes, con gente que parecía estar muy cerca de mí.

Y es porque, aquellos paranoicos, los verdaderamente originales, nunca se atrevieron a proponer soluciones, y los segundos sí. Los segundos acaban proponiendo las “soluciones» de siempre (propio de mediocres).

Lo que estos evitan llamar por su nombre (Papanatismo, Arrogancia, Competitividad, Egocentrismo, Descalificación,”¦), por no parecer ingenuos, no hallará servidores más ingenuamente leales.

TONI LOOSER

AMIC –

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