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¡Cacao pal mono! – 3

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Creo que es justo que si en la anterior revista hice una “crítica» a los más jóvenes, ahora deba afrontar lo que me parece más peligroso de los años de práctica de cualquier actividad artística e intelectual.

Un peligro que viene con la edad y consiste en irte quedando quieto, en ir marchitándote vitalmente, en sentarte sobre tus propias ideas hasta acogotarlas y convertirlas en mera sombra de lo que fueron.

Hay un peligro creciente de ir olvidado la curiosidad real, el ansia de saber, el temblor de vivir con cierto riesgo.

Porque, al madurar en cualquier actividad, uno se construye una “vida interior», y esto es bueno; pero, a menudo, esa “vida» termina por convertirse en una jaula de la que nunca escapas, y eso es malo. Hablo de la tentación de hacer siempre las mismas cosas, hablar con la misma gente y de la misma gente y mantener siempre jamás las mismas opiniones.
La satisfacción y seguridad que proporciona eso. La rutina protege, pero empequeñece.

Al peligro de la edad, hay que sumar un peligro mayor que es el del éxito; sobre todo público, pues de todos es sabido que la fama enajena y la multiplicación exterior de tu imagen te acaba robando el alma de algún modo. Pero también un éxito más privado como: el mejor de tu “sociedad», el ganador de un congreso, el más admirado del bar o de tu oficina”¦.terrible veneno encierra el éxito: te hace sentir superior a los demás (yo lo he conseguido y ellos no, luego ellos obviamente, son inferiores) y sobretodo destila toneladas de autocomplacencia, que sin duda es uno de los más tontos y paralizantes vicios de la conciencia.

Una vez se ha instalado la autocomplacencia ene l cerebro, la vida empieza a declinar. Me refiero, claro ésta, a la verdadera vida: a la inquietud existencial, la búsqueda, la crisis, las dudad, la felicidad de los descubrimientos relativos, la fragilidad, el interés por los demás y por lo que hacen..

TONI LOOSER

AMIC –

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