Adiós Maestros – Gabi Pareras

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Autor invitado Gabi Pareras

Si nos preguntamos acerca del maestro en magia (como figura directa o indirecta del proceso de aprendizaje), y de su papel en el modo en el que se mueve la información, podemos decir que está en vías de extinción. El aprendizaje mágico parece que no les quiere, que no los tiene en cuenta para funcionar. Hoy día los magos conocidos lo son por haberse convertido en» celebridades mediáticas.

Hasta ahora podíamos hablar de tres esferas: la de la cultura, la de la información y la de la comunicación.

Hasta ahora eran autónomas y tenían su propio sistema de desarrollo. Ahora la comunicación lo absorbe todo. Ya no hay más cultura que la de las masas ni más información que la de las masas. Y la comunicación se dirige a las masas, masas de magos deseosos de realizar el máximo de maravillas en el menor tiempo mediante un mecanismo utópico: la acumulación obsesiva de información. La información se caracteriza hoy día por tres aspectos:

El primero es la abundancia frente al secretismo de épocas pasadas. La segunda característica es la velocidad con que se mueve hasta hacerse literalmente instantánea. El tercer componente es que toda esta información ya no tiene valores que no se correspondan con su condición actual de mercancía, sometida por tanto, a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, al margen de criterios artísticos e incluso éticos.

Hoy informar se limita a transformar al aficionado profesionalizado en espectador de acontecimientos mágicos mediante el vídeo o del DVD como productos estrella frente al libro o la relación personal a través de sociedades mágicas, convertidas en verdaderos inventarios de las últimas tendencias del mercado.

Hasta ahora el conocimiento podía describirse de forma triangular: el acontecimiento, el mediador-maestro y el aficionado. Siempre había alguien que sabía lo que sabía y no se limitaba a conocerlo simplemente. El papel del maestro consistía no tanto en dar una visión personal como en encarnarla y dotarla de experiencia propia. Así, él era quien filtraba el conocimiento, lo analizaba desde su concepción madura y experta (nunca absoluta) despejando el camino. No se trataba de conocer más sino de conocer mejor. Ahora el acontecimiento está en un punto y el aficionado en el otro. No hay mediadores-maestros sino tan sólo copartícipes de la misma obsesión informativa.

Gabi

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