Ser Mago III (Primera parte)

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El tercer ensayo acerca de Ser Mago por este pensador exquisito de nuestro arte que es Jansenson. Son especiales para aquellos que sinceramente desean aprender magia, o quieren llevar lo que saben a ser algo más allá de unos simples trucos de magia. Es una alegría poder compartir este material con ustedes. Si no leyeron los anteriores no sé que están esperando: , .

(Nota: Este tercer ensayo acerca de “Ser Mago» es bastante largo y tiene una densidad de ideas importante, por lo tanto lo he dividido para invitar a una reflexión más amplia y enfocada en los diferentes puntos que se tocan a lo largo del mismo, . Y también lo he dividido porque me encanta disfrutarlo de a poco, como un libro que uno no quiere que se termine nunca…)

Con música cuidadosamente elegida y editada (y sonido excelente)

Mientras escribo estas líneas estoy sentado en el sillón de mi escritorio escuchando (deleitándome) con la profunda y dulce voz de Cecilia Bartoli que canta un repertorio variado de diferentes compositores.

Mientras huelo el aroma del té de manzanilla y miel, me pierdo dentro de la voz y de la melodía, siento diferentes cosas: de repente calor ( se ve que el té está muy caliente todavía), ahora una paz profunda, seguida de unas intensas ganas de cantar y bailar, o una tristeza que no sé de dónde viene.

Verdaderamente disfruto de la música, y sucede inevitablemente que de alguna forma influye en mi forma de escribir, en el ritmo, en la cadencia, en la fuerza de las oraciones, o en el largo de los párrafos. La música me inspira. A mí y a todo el mundo. Sólo hay que oír de verdad y dejarse llevar, y más tarde o más temprano, uno comienza el viaje hacia dentro de la música y entonces es poseído por ella.

Aseguro mientras tanto que no me encuentro bajo los efectos de ningún estupefaciente (salvo que al té de manzanilla le hayan agregado algún componente nuevo). La música me ayuda, me guía, me frena, me excita o me calma. Me siento reposado o apasionado. Y de golpe se detiene unos instantes, en que me doy cuenta del silencio, lo registro y también me detengo, y vuelve a empezar diferente otra vez.

Así me sucede todo el tiempo con la música, aún cuando algún día siento ganas de permanecer en silencio.
Es lo mismo en el show. La música me marca tiempos, emociones, tonos de voz, estados de ánimo. Me indica cómo mirar, si estar sentado o de pie, me facilita las cosas.

En el presente la música tiene un lugar de privilegio en mi trabajo. Sufro mucho cada vez que tengo que hacer un show y no puedo usar música, y el show lo sufre también. No puedo lograr el mismo nivel de profundidad, de intimidad, de emoción y de compromiso cuando sólo dependo de mi voz y de mi cuerpo a capela.

He creado varios textos muy importantes del espectáculo mientras escuchaba la música que luego utilicé en el show. Y me he dado cuenta que la música tiene tanto que ver con ese efecto o con esa rutina que ahora no puedo cambiarla ni sacarla, y el efecto no está completo cuando no pongo el tema mientras lo hago. Le falta fuerza, presencia, personalidad. Sigue siendo bárbaro, asombroso y entretenido, pero no está completo.

Y no es el mismo show cuando lo hago con o sin música. Y no tiene la misma energía ni cambios de energía si no hay música.

Si, te escucho preguntar un poco enojado: ¿qué, no se puede hacer magia sin música ahora?
Supongo y espero que nadie va a pedirme permiso para poner o sacar un tema de música de su repertorio, ni ninguna otra cosa.

Me imagino una película de cine sin música.

Ciertas escenas inolvidables de la historia del cine que recuerdo, les quito la música, y me fijo qué les queda. Cuánto de emoción, de profundidad, de completud, pierden por no tener ahora el acompañamiento musical que su director puso tan cuidadosamente.

¿Será un simple capricho que los compositores de las bandas de sonido tengan tanto trabajo y ganen tanto dinero? ¿Será un error que tantos artistas de la música de la historia deban la explosión del lanzamiento de sus carreras a la música que compusieron para determinada película? ¿Estarán equivocados los Steven Spielberg, los George Lucas, los Woody Allen, los Ridley Scott, los Quentin Tarantino, por poner música en un arte que sin ella ya está todo lo completo que puede estar? ¿Necesita un arte como el cine del aporte de la música? Un músico que compone por encargo, ¿deja de ser artista para pasar ahora a ser un simple comerciante que ofrece un servicio?

La música debe estar elegida con mucho cuidado porque mal puesta puede causar miles de efectos colaterales.
Primero: no tiene que distraer del efecto sino acompañarlo. No sirve de nada que la gente escuche y se enganche con la música y deje en parte de prestar atención a la magia. Por lo que la música debe tener que ver con la energía del efecto, lo que a veces se puede decidir antes pero otras no. Es decir, puede que el efecto ya tenga su propia energía y personalidad, y entonces debemos adecuar la música a él. Y también puede ocurrir (y yo creo que es lo mejor) que la música inspire la energía del efecto.

Hace mucho tiempo me sucedió con un efecto que es de mis preferidos: El Secreto de Sahili (Locked Book Release), en el que se liberan unos libros que estaban atrapados con una cinta anudada. Tuve guardado el efecto en el armario durante dos años, y de verdad que no podía encontrar una charla que me gustara. No sabía por donde tomar (o qué tomar), si hacerlo hablado o musical, cómico o serio. Hasta que un día puse el material sobre mi escritorio, abrí el cuaderno (todavía no tenía computadora), y elegí una música que me encanta para escuchar mientras intentaba escribir algo para el efecto. Y me empecé a distraer escuchando la música, y me entristeció algo del tema, y sentí que había alguien más ahí conmigo, que me ayudaba a escribir.

Alguien que me había regalado el truco, con una condición que era que yo debía descubrir un secreto.

Así nació la historia de Sahili.

Y se ve que la música tenía mucho que ver, porque después de hacer un borrador de la historia, la corregí escuchando la misma música una y otra vez, y después cuando ya tenía forma definitiva quedó perfectamente amalgamada con el tema y con el efecto. Fue muy fuerte lo que pasó, y lo que le pasó a la gente al verlo, que sintió la emoción que sentí cuando escribí escuchando la música.

Muchos años después, cuando Lito Vitale tuvo que componer un tema para el mismo efecto (para el show del Parque de la Costa) se enamoró de la historia y me dijo que la música parecía compuesta especialmente para ese efecto, y confesó después que le costó mucho crear otra cosa diferente, así que respetó el ritmo, la métrica y la cadencia del tema que yo usaba, y le cambió la melodía. Esto es a lo que me refiero cuando hablo de elegir la música y luego hacerla mezclar armónica y equilibradamente con el efecto y con la charla si la tiene. Y la verdad es que realicé el efecto sin música un par de veces, y la diferencia es abismal.

Existen un par más de cosas que hay que tener en cuenta (Ahí voy a meter las dos piernas en un profundo pantano, ay).

La música le tiene que gustar a la gente. Hay público para el que trabajo que no soportaría escuchar un tema de Van Halen aunque tenga todo que ver con el efecto. Y otra gente que odia la música clásica por más que sea poesía combinada con la rutina de ases. Yo puedo poner todo heavy metal en el show, y así quedarme sentado en mi casa sin salir para hacer un show durante años. Se trata de encontrar puntos de encuentro, en los que yo disfrute de la música que uso en el espectáculo, y la gente (cualquiera sea) también.

¿Cómo elegir entonces? ¿Cómo conformar a todo el mundo?

Continuara…

(Esta es la primera parte de este tercer ensayo acerca de Ser Mago, . Nuevamente agradecemos a Jansenson por permitirnos publicar tan interesante material y a Nano habernoslo enviado)

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