Ser Mago

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(Nuestro gran amigo (y excelente mago), Norberto Jansenson, nos envía la primera parte de un ensayo muy interesante acerca de Ser Mago. En él nos recuerda cosas que a veces los magos olvidamos. )

Antes de comenzar: Si no estás de acuerdo con lo que escribo, te pido que no lo tomes a mal, y me encantaría que no te enojes.

Estas palabras están escritas con buena voluntad, y son producto de mi experiencia en mi trabajo.

Llegué hasta estas páginas desde el profundo amor que siento por la magia. Es mi deseo que también desde ese lugar te encuentres hoy conmigo.

Por lo tanto, me dirijo ahora sólo a todos aquellos que desean hacer de la magia un medio de vida, y a los que ya están intentando hacerlo. Les hablo a quienes sienten que la magia es su amor y su pasión más profundos, aunque no tengan el tiempo físico para ejercer ese amor y esa pasión. Y no justifico desde ningún lugar a quienes dicen que no pueden. No justifico el fracaso disfrazado de ninguna forma.

Desde hace mucho tiempo que me asombra ver que dentro del ambiente de la magia a todo el mundo se lo llama “mago». A diferencia de otros rubros, en el arte de la magia todos los roles se designan con el mismo nombre. No existe un cocinero, un inventor, un director, un ingeniero diferente de un arquitecto. Todo es igual. Todos son magos.

Empiezo entonces con un concepto que seguramente va a traer polémica, pero es lo que de verdad pienso y siento,

EMO (En mi opinión):

“Mago es (únicamente) aquel individuo que se dedica a, vive para, y gana su sustento de, enfrentarse con el público (la familia y los amigos no están incluidos en esta categoría) para hacer magia, para crear ilusión y para encantar».

No están incluidos (aunque no sé de qué forma se los podría llamar), quienes se dedican a leer o escribir libros de magia, a dar conferencias por el mundo, a editar videos o revistas de magia, a vender implementos para magia, quienes se casan con un mago, los inventores de efectos o implementos para magia (que se llaman inventores, y no magos), quienes se dedican a estudiar magia, o a manipular cartas, o monedas, o bastones, o bolas, o cualquier otro elemento; así como tampoco los que se dedican a criticar a los magos, a asistir o a dirigir a magos.

Esta es mi opinión. Por lo tanto, me dirijo solamente a todos aquellos magos, que siguen buscando la forma de tener éxito (en cualesquiera de sus formatos) haciendo magia. Ejerciendo la magia.

Vivimos en un país muy difícil para la magia y para los magos. No existe en la Argentina lo que se llama un “mercado de consumo» para la magia como forma de entretenimiento.
Estimo que esto se debe a dos grandes razones:

1) no existe en Argentina un gran caudal turístico y el mercado local está económicamente resentido; y
2) hubo (históricamente) y hay mucha magia y muchos magos de regular calidad, y por lo tanto la gente no está bien predispuesta para contratar ni para disfrutar de un show de magia.

La gente no sabe de magia pero no come vidrio, y sabe reconocer un artista mediocre apenas lo ve, y sabe también que no es sensato ni inteligente tropezarse más de dos veces con la misma piedra (y dije más de dos porque he visto público muuuuuy paciente con los magos).

Por lo tanto (y lamento en el alma decirlo) es casi imposible tener éxito en Argentina siendo mago, con armas nobles y con mérito propio.

Hablo un poco de marketing: cuando el mercado está resentido (Argentina), sólo acceden a la torta (total de consumidores) los que brindan el mejor producto/servicio. El mercado se reduce, el trabajo se reduce. Punto.

¿Qué significa “mejor servicio»?

Desde ya y para empezar, mejor servicio no significa quíntuple lift.

Como mago soy un producto que “vendo» y un servicio que ofrezco, las dos cosas al mismo tiempo.

Y aquí empezamos a utilizar la palabra “optimización». Un producto y servicio óptimos en todos sus aspectos.

El mejor ejemplo que conozco para compartir es el de los taxis. Tomo taxis frecuentemente, y hace un tiempo que vengo haciendo un análisis (que recomiendo hacer a los magos) que a continuación detallo:

Los taxis que más trabajan (por lejos, dicho por los propios taxistas) son:
+ Autos nuevos.
+ Con Aire Acondicionado en verano.
+ Con Radio (carteles identificativos a la vista)
(Y dentro de los que tienen radio)
+ Las compañías que llegan a la hora.
+ Las compañías que tienen cuentas corrientes.
+ Los coches que siempre tienen cambio de cien pesos.
+ Los que tienen el maletero vacío
+ Los autos grandes
+ Los que aceptan llevar animales domésticos.

Y como si esto fuera poco, no es extraño que un taxista (de radio generalmente) me ofrezca el diario, o un caramelo, o la radio que yo prefiera. Y esto me asombra porque los taxistas saben que en el rubro no existe la fidelidad de cliente a un taxi determinado, y de todas formas lo hacen.

Un ejemplo más que gráfico de lo que significa un buen servicio. En mi caso, y compartido por gente con la que hablo sobre el tema, es casi imposible hoy en día que un taxista gane buen dinero si:

+ Tiene un auto viejo
+ El coche no está limpio
+ No tiene radio
+ No tiene cambio

Es importante señalar que en ningún caso hice referencia a la pericia que tenga el chofer para manejar, o lo poco o mucho que conozca las calles de la ciudad. Un taxista tiene que manejar muy bien, y sin embargo, es lo que menos importa a la hora de analizar el servicio de un taxi.

Más de un año en este análisis (como en otros rubros, porque soy un obsesivo) me ha llevado a racionalizar mucho algunas cosas que había dentro de mí pero que no había entendido ni visto antes.
Si voy a pagar lo mismo, y hay diferencia de calidad, voy a comprar lo de mejor calidad.
Si la calidad es igual y el precio es diferente, voy a comprar lo más barato.
Si la diferencia entre algo bueno y algo excelente no es mucha (y está a mi alcance) voy a comprar lo excelente.
Si quiero comprar algo pero no conozco sobre el tema voy a consultar antes a alguien que sepa o a una fuente autorizada.
Si no pude comprar lo que quería porque el precio era excesivo, pero me atendieron bien, voy a volver cuando pueda.
Si me atendieron mal, no compro (salvo en caso de urgencia, que nunca sucede con la magia).
Si me “trataron de vender» desesperadamente, me produce desconfianza y generalmente no compro.
Si el envase es sucio, o roto, o estéticamente desagradable, en general trato de no comprar.
Si la situación económica no es favorable y lo que tengo que comprar no es indispensable, dejo la compra para más adelante (o para nunca).
Si no existe un producto que yo esté convencido que va a satisfacer mis necesidades, no compro nada.

Estoy convencido que para muestra sobra un botón. Y ahora nos metemos en la magia. Y La magia no es imprescindible. La mayoría de las veces, si la gente no conoce un mago muy bueno, no contrata nada o contrata un cómico, o un grupo de música. Si no tiene presupuesto, compra sólo la comida, y nada más.

Primero y principal: el show tiene que ser excelente. Así que a trabajar, porque estoy seguro que casi nadie puede avanzar al próximo paso. Por excelente me refiero a EXCELENTE. Y para ser excelente se necesita un gran talento, una infinita vocación, y sobre todo una disciplina y una voluntad casi militares.

Ya estoy escuchando las exclamaciones y las quejas.

Lo siento. El tiempo que se pierde en enojarse conmigo no se puede recuperar nunca más y usarlo para mejorar el show.

Hablo de Disney, de Les Luthiers, de Cecilia Bartoli, de Maximiliano Guerra, de Luis Miguel, de Rolls Royce o Mercedes Benz, de United Airlines, de American Express, Darío Volonté, Paulo Coelho, Steven Spielberg, Al Pacino, anthony Hopkins, Ridley Scott, M. Night Shymalan.
Estos son mis modelos de calidad, talento, servicio, imagen, disciplina, nivel, clase, trascendencia, profesionalismo, vocación, etc.

A esto quiero llegar con la magia. Y estoy trabajando sin descanso hasta en cada pequeño detalle, revisando cada día cada aspecto de mi producto, de mi vida. Cambiando sin dudar todo aquello que no sirve, mejorando lo que se puede mejorar, tirando a la basura incluso lo que formó parte de mi show durante años, si me doy cuenta en el presente que ya no da resultado. Sin miramientos. Devoro cada pedacito de información que se pone en mi camino, busco en Internet, leo libros de magia, de arte, de sicología, de espiritualidad. Veo videos, tomo clases de teatro, de canto, de baile y de artes marciales. Compro más y más magia. Algunas cosas que sé que no voy a usar nunca en mi show, las compro sólo para ver si no me sirven para adaptar o para aprender algo nuevo. Miro vidrieras de ropa, leo libros sobre la vestimenta artística y de calle, antigua y moderna, pido consejo a los vendedores de las sastrerías acerca de cómo se viste un caballero, un ejecutivo, un yuppie, un empresario o un artista. Compro revistas de moda, y me fijo detenidamente qué se usa y qué no. Hago ejercicios de meditación y de relajación. Hago ejercicio físico casi todos los días. Voy a cualquier lado en que actúe un mago, aunque ya lo haya visto mil veces, para estar en contacto con la magia y con los magos. Viajo cuando me es posible a EEUU, a ver shows, a comprar magia, a buscar asesoramiento.

Y estoy convencido que jamás voy a poder lograr cierto grado de excelencia que veo en algunos shows y en algunos artistas, para no nombrar a algunos deportistas olímpicos, porque creo que ya estaría cruzando la línea que separa la sensatez de la locura total. Siento que el tiempo no me alcanza para aprender todo lo que quiero saber. Y ni hablar de tener una vida privada de ocio y de encuentros sociales, o de criar hijos o de tocar el piano.
En la vida hay que elegir todo el tiempo. Y yo elijo la magia. Cada día, frente a cada otra opción que se presenta.

Así solamente puedo aspirar (suponiendo que el talento me acompañe) a ser EXCELENTE. Y todavía debo nombrar nueve puntos más, que tienen tanta importancia como la magia p.p.d., casi todos los cuales mencioné dentro de lo que me ocupa mis horas y mis días, y que detallo ahora:

  • 2. El vestuario tiene que ser impecable.
  • 3. La imagen en general tiene que ser de una pulcritud total.
  • 4. Los elementos de magia y los accesorios tienen que lucir impecables.
  • 5. El vocabulario y las maneras deben ser de mucha clase y nivel social y cultural.
  • 6. La atención telefónica tiene que ser profesional, cálida, agradable y sobre todo debe brindar confianza.
  • 7. El precio tiene que ser acorde al producto/servicio, y también a las posibilidades del mercado. Y además debe tener en cuenta la competencia.
  • 8. La tarjeta personal debe reflejar absolutamente todo lo que el producto/servicio es.
  • 9. El producto/servicio tiene que tener un valor agregado.
  • 10. MOM

Sin un show excelente no hay futuro, y casi ni siquiera presente. Puede haber habido pasado, pero las cosas ya no son como antes. Lo del pasado no sirve, porque el mundo cambia cada minuto, y cuando uno no suma, resta.

Tendremos éxito con la magia, solamente si se forma una cadena de recomendaciones larga y sólida. Y sin un show excelente, la cadena no se forma nunca.

Puede que alguien diga que el mago estuvo bueno, y que otro lo contrate, pero ahí muere la cosa. A la corta y a la larga la cadena se interrumpe y desaparece.

Un show excelente significa: selección de repertorio adecuada, técnicamente impecable, super profesional, entretenido (y no necesariamente divertido), con climas y cambios de ritmo y de tonos, con un desarrollo claro y conceptos concisos y concretos. Que transmita amor y pasión por la magia de parte del mago, y dentro de lo posible (pero sé que es pedir mucho) todo esté sostenido sobre una filosofía muy sólida y muy profunda.

Seguramente me olvidé de algo, pero ya es suficiente por hoy.

Con los mejores deseos

Norberto Jansenson

Muchas gracias a nuestro colaborador Nano por enviarnos este artículo!

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